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Wednesday, July 15, 2020

La Dirección, su significado e importancia - La dirección y las normas fundamentales de la planeación.

Recordémoslas sumariamente: 1) la planeación, para su mayor eficacia, debe reconocer y respetar la naturaleza humana de los dirigentes; 2) La planeación, debe ser congruente con las condiciones del medio en que el dirigente actúa; 3) La planeación debe reconocer y respetar la naturaleza humana de los dirigidos; y 4) La planeación debe sistematizarse.

Hicimos ya las consideraciones y comentarios que juzgamos pertinentes y guisa de explicación. No los vamos a repetir, por supuesto. Pero si los tenemos presente, creemos útil hacer algunas reflexiones complementarias, tomando a estas normas de la planeación en su conjunto y relacionándolas con las de carácter primario a las que acabamos de referirnos.

De ellas podemos desprender otros aspectos de nuestra doctrina sobre la Administración:

La dirección social busca su mayor eficacia a través de la planeación sistematizada de lo que el grupo dirigido habrá de realizar. Ahora bien, ya que en esta labor de planeamiento, según se deduce de la primera norma, está presente, con toda su significación moral, la conciencia crítica del dirigente, su capacidad de prever las consecuencias de sus objetivos, de sus políticas y de sus programas de acción, su libertad personal para decidir sobre el contenido de estos planes y, naturalmente, su plena responsabilidad al proponerlos para su ejecución.

Además, la planeación se ha de elaborar con un sentido eminentemente realista y positivo. Para que la responsabilidad del dirigente no fugue por la puerta falsa de la fantasía ni tenga la excusa de la inconsistencia teórica, la segunda norma le obliga a ceñirse a las condiciones del medio en el que actúa, lo cual implica el examen minucioso de las condiciones materiales o físicas y de las peculiaridades de índole humana y social.

Y por último para que la responsabilidad moral del dirigente quede mas claramente definida aún la tercera norma obliga a tomar en consideración de un modo especial, la naturaleza humana de los dirigidos. Y es lógico que sea así. Los planes, obra de la inteligencia y de la libertad, se han de ejecutar por seres inteligentes y libres. Seguramente en grande o en pequeño, con mayor o menor hondura, la vida de los dirigidos se ha de ver afectada por los planes en cuya realización se comprometen y decir esto es lo mismo que afirmar su influencia, directa o indirecta en la valoración moral de la conducta que habrán de seguir. ¿Cómo no reconocer, entonces, la responsabilidad de los dirigentes, por las consecuencias que su actuación tenga sobre el destino de los hombres a quienes dirigen?

Estas apreciaciones, en forma adicional, ratifican nuestros juicios anteriores al darle a la administración el rango y trascendencia de una disciplina de orden moral. Y confirman, además, su fundamentación filosófica en el sentido de reconocer la relación directa entre el ser de la realidad y el deber ser que de ella emerge con toda su fuerza existencial.

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