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Sunday, July 19, 2020

La Dirección, su significado e importancia - La dirección y las normas fundamentales de la organización Parte 2

Pues bien, es la Administración un saber rector que desde el ángulo formal de la eficacia está recogiendo las enseñanzas de la doctrina que en materia social se ha venido elaborando, principalmente por sociólogos y filósofos cristianos, para hacerlas vivir en la dirección de los grupos humanos: la dirección social es un movimiento profundamente existencial.

De esas enseñanzas la Administración ha tomado los principios que la dirección está convirtiendo en las normas fundamentales de la organización de los grupos sociales. Estos preceptos exigen, como condición de eficiencia en la labor directiva, la unidad que da el orden jurídico o sea la coordinación de las actividades de los individuos agrupados, al tomar estos conciencia de sus obligaciones, facultades, responsabilidades y derechos, a la luz de fin común que todos pretenden alcanzar.

Pensemos bien lo que esto significa. La dirección es eficaz cuando consigue armonizar los derechos de la persona humana con las exigencias de bien común. En esta simple frase está toda la doctrina del orden verdadero, de la justicia y de la caridad en la vida social. Esta coordinación del hombre y la comunidad es, en realidad, el punto clave. Los últimos siglos, por apartarse de tal principio convulsionaron el mundo de la convivencia. Hoy se insiste con razones más firmes y poderosas, con más valiosas experiencias. Y la administración moderna pone su parte, en su modesta posición de disciplina servidora, para exigir que la doctrina haga norma de eficacia e impere a la dirección de los grupos humanos a realizarla.

El respeto a los derechos de la persona humana, comprendiendo su existencia temporal y su destino eterno, impide los extremismos totalitarios, sin distinción de uniformes o banderas.

Y el respecto a las existencias del bien común ahoga los excesos del individualismo, sean cuales fueren sus disfraces y subterfugios. Un orden jurídico inspirado en estos principios es el orden auténticamente justo. Es el orden capaz de evitar el peligro terrible de la conjugación desquiciante de los vicios extremos aludidos, como sucede en el fenómeno de egoísmo colectivista de los grupos sociales: la humillación de la persona humana ante el interés del grupo, y el obstáculo de este interés impidiendo la realización del bien común de la sociedad en general. Un orden como este es el que la dirección social debe crear, conservar y desarrollar en toda la vasta extensión de la convivencia humana.

Nunca, en verdad, pude ser más trascendental la responsabilidad de una ciencia como la que hoy tienen la administración.

Justificadamente se dijo alguna vez que esta disciplina era la que con mayor fidelidad podía recoger e interpretar las angustias de nuestro siglo.

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